Kiki de Montparnasse

Kiki de Montparnasse
Kiki de Montparnasse

jueves, 3 de octubre de 2019

Kiki era Montparnasse



Kiki era Montparnasse


(Sé que hoy en día todos estos mundos están más que documentados, pero a mi me puede una pequeña vanidad: yo los conocí en 1977, mucho antes de que Internet llegará y los hiciera famosos. Además, es mi visión personal).


Kiki de Montparnasse (Alice Prin) nació en la Borgoña francesa en 1901, hija de madre soltera con varios hijos. Fue criada por su abuela en un medio muy pobre, pero donde Alice fue muy feliz y siempre quiso mucho a la abuela.

Kiki no es una demi-mondaine al uso porque siempre vivió de su trabajo: un poco como prostituta en sus comienzos y luego como modelo de artistas, pintora, cantante, y propietaria de un café. Fue una mujer muy polifacética. Muy amiga de sus amigos, por muchos de ellos se jugó el pellejo durante la ocupación. Su fama en Montparnasse llegó a ser tan grande que la nombraron la reina de Montparnasse, quien no era amigo de Kiki no era nadie en Montparnasse. Siempre se la podía encontrar en la terraza de La Select, Le Rotonde y Le Dome, rodeada de sus amigos artistas.

Retratada por Kisling.
Museo Thyssen-Bornemisza

Dicen ahora que aquel era un tiempo muy difícil y un mundo que nosotros hemos idealizado. Pero realmente cuando uno lee las memorias de toda esta grey, encuentra en ellos mucha nostalgia de aquellos años, pese a los momentos de pobreza (que no siempre fueron tales), había un espíritu muy solidario -no con el que vivía a 14 mil kilómetros de nosotros- sino para con el vecino de al lado. Los grandes barrios de las grandes ciudades eran como grandes pueblos, donde la gente ayudaba sin juzgar mucho y fue el París de entreguerras una sociedad muy libre y abierta.

Cuando Kiki cumplió trece años su madre la mandó a buscar a París, no para que fuera a estudiar, sino a trabajar en una panadería. Allí la vida de Kiki daría un giro total. Cansada de ser la criada en una panadería, hace su primer posado para el pintor ruso Maurice Mendizkey y luego para Foujita, Modi, Picasso y otros. La joven Kiki se ve va ganando la vida bastante bien. Unos años después la encontramos envuelta en abrigos de pieles en los años esplendorosos de su juventud, en su amado barrio de Montparnasse de donde apenas si salía, solo de compras a los grandes almacenes de La Samaritaine o Au Printemps, que eran sus favoritos.


En los primeros años de la década del veinte conoce al fotógrafo norteamericano Man Ray, quien fuera el gran amor de su vida, y permanecieron juntos siete años. Ray la inmortalizó en el Violín de Ingres (Paul Getty Museum). Con Man vivió en el Hôtel Raspail, 232 del Blvd. Raspail, una de las principales arterias del barrio, son los años gloriosos de The Jockey, el famoso cabaret de Montparnasse donde son asiduos a oír jazz.


Kiki tenía un rostro interesante: nariz larga y afilada, una cara muy ovalada y una inmensa sonrisa de dientes perfectos, grandes y blancos en sus profundos y coquetos labios muy pintados de un rojo carmesí, al igual que el intenso maquillaje con los que resaltaba sus grandes ojos negros. Su rostro era muy blanco y su pelo muy negro, con un corte estilo bob.

En esos años llegó a ser una pintora con algo de talento y siguió pintando toda su vida. Fueron los veranos cuando iba con Man Ray a Villa-franche-sur-mer y a Biarritz. Con Man no mantenían una relación regular al uso, pero ambos se amaron mucho y se deben la inmortalidad el uno al otro. Kiki terminó harta de sufrir de celos por culpa de Man Ray y lo dejó por Henri Broca.




"El violin de Ingres", ambas fotos por Man Ray, la primera es el gran clásico


Durante la década del treinta, Kiki abre el cabaret L’Oasis que luego pasaría a ser Chez Kiki, pero que terminó cerrando porque se acercaban los años de la guerra y nuestra musa no tenía madera de empresaria. Kiki era una mujer de barrios parisinos, no le gustaba alternar con los círculos de clases altas, a los que fue invitada. Allí se sentía rara y fuera de sitio. Ella hablaba con el típico argot parisino: una mujer libre, una bohemia total y nunca le interesó para nada pillar un marido millonario.


En los últimos años de su vida fue cantante en distintos cabarets del barrio, y era acompañada por su nuevo amante el acordeonista Dédé Laroque, que a su manera la quiso y la cuidó hasta el final de sus días.


Kiki intentó y logró salvar muchos amigos de la persecución nazi, poniéndose ella misma en peligro, hasta que no le quedó más remedio que huir al sur de Francia. Al terminar la guerra París había cambiado y también Kiki, ahora era una mujer muy gorda y enganchada a las drogas y al alcohol. Aún así Man Ray trató de ayudarla cuando regresó a París acompañado de su esposa. Kiki lo recibió con alegría, pero nada pudo hacer su antiguo amor por ella. Murió en una salida a la calle de un ataque de hidropesía en 1953.


Cuando murió toda la colonia artística de París la acompañó al cementerio de Thiais, donde está enterrada. A su muerte los grandes días de Montparnasse habían terminado y el propio Foujita se fue para siempre de Montparnasse. Man Ray la lloró y recordó toda su vida, como la joven modelo que había conocido y amado en aquel París que ya tampoco volvería a ser el mismo.


Me hubiera gustado conocer a esta musa de Montparnasse y ser su amiga. Cuando la descubrí yo era también muy joven, aún ella no era tan famosa, pero me impactó su sentido pleno de la libertad y su solidaridad con el que estaba a su lado, su manera de reír y de ser feliz.








(Se pueden conseguir las Memorias de Kiki, escritas por ella, así como su biografía “Kiki de Montparnasse” en comics de Catel & Bouquet (www.sinsentido.es) que son divertidísimas, y es asomarse genialmente a la época, si nos interesa. También “El París de Kiki” de Billy Klüver y Julie Martin de TusQuest Editores es muy bueno. Todos en español).




No hay comentarios:

Publicar un comentario